La expresión "pintura del mundo flotante" o Ukiyo-e define un estilo artístico japonés que se desarrolla entre los siglos XVII y XX que tiene, como técnica principal, la del grabado xilográfico y, como motivos, escenas costumbristas y amables de cortesanas, actores de teatro tradicional, luchadores de sumo, etc. El paisaje también ocupó un puesto importante como tema principal al final de este período.
Hiroshige, Utamaro, Hokusai son artistas representativos de esta tradición artística ampliamente conocidos a nivel mundial y que tanto influyeron, por ejemplo, en el impresionismo europeo o, ya en nuestros días, en otras manifestaciones plásticas como el dibujo manga.
En "Un artista del mundo flotante" (1986) el escritor inglés, de origen nipón, Kazuo Ishiguro, nos sitúa la narración en el Japón inmediatamente posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial. A través de los pensamientos y recuerdos de su protagonista, el pintor Masuji Ono, Ishiguro reflexiona (si nos atenemos al tema principal de este blog, que es la pintura) sobre el papel del artista, su necesidad de compromiso, su verdadera influencia en la sociedad y, ya en una cultura tan alejada de la nuestra, la labor del maestro y su relación con sus discípulos aprendices de pintores. Una novela sobre el paso del tiempo, la memoria y la tradición en un mundo que cambia vertiginosamente.
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