El síndrome de Stendhal
Ustedes, claro está, no lo notan. Pero ahí donde me ven, en ese mismo momento de la foto, yo estoy preso de convulsiones, sudores fríos, vértigos, tics nerviosos y el colesterol -el malo-malísimo- lo tengo por las nubes. Es el síndrome de Stendhal. Y la culpable, una de mis obras preferidas: la Madonna dei Pellegrini en la basilica di Sant'Agostino de Roma.
La principal intención de esta entrada es mostrar la obra en su entorno. Cuando vemos reproducciones de un cuadro, pocas veces tenemos la oportunidad de observar el lugar en el que éste se expone ni podemos hacernos una idea de su tamaño real (piensen que "La ronda de noche" se reproduce en los libros al mismo tamaño que un Vermeer). Y esto es particularmente importante cuando la obra se ha realizado ex profeso para dicha localización y el pintor tiene muy en cuenta este hecho. Y esto es lo que ocurre con esta Madonna dei Pellegrini y la Capilla Cavalletti de Sant'Agostino.
Si París vale una misa, estar a tan poca distancia de este Caravaggio, bien vale un paseo hasta la Ciudad Eterna.
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