viernes, 20 de mayo de 2016

Juan Béjar "Memoria de los sentimientos"

Para pintar como lo hace Juan Béjar tan sólo hacen falta unos cuantos ingredientes. 
Tener una fuente inagotable de historias, es el primero. Basta para ello con tenerlo todo dentro, lo que existe y lo que podría, lo que es y lo que también, y poseer esa extraña habilidad de no tener esas fronteras interiores que nos empeñamos en construir cada vez más altas y más largas.

Pero claro, con eso no es suficiente. Hay, además, que ser muy generoso. Y es que en cada obra, para quien lo quiera ver, hay un fabuloso despliegue, una riqueza tal que enseguida nos llega la certeza -y la tranquilidad- de que no se va acabar. Tengan cuidado, sin embargo, en caer en fuegos artificiales y grandes alharacas: para ser como Juan Béjar en necesario ser poseedor del arte de la elegancia, manejar con maestría esa forma de hacer tan sutil que casi no lo parece. 
Sin embargo, nada de lo anterior serviría sin el que es el ingrediente fundamental, el que más salta a la vista: una prodigiosa inteligencia. Y no, no hablo de conocimientos -que los tiene-, ni de sabiduría -que también-, sino de inteligencia. Así, sin adjetivos. Y es que, cuando se habla de la pintura de Béjar, los textos se llenan de palabras como misterio, mundo onírico, realismo mágico... Y todo eso es cierto. Pero lo es aún más que nada de ello sería posible sin una inteligencia excepcional que sabe encontrar, no el motivo exacto, sino el único; no el color perfecto, sino el necesario. Como puso de relieve John Berger en no me acuerdo qué obra, es la misma inteligencia que usó Magritte (al que Juan Béjar cita en algún cuadro) cuando puso un huevo en una jaula para decirnos tantas cosas...

Cada cuadro es un universo propio, con su lógica y sus propias leyes físicas, espaciales, y temporales... Pero funcionan tan bien, están tan bien construidos, tienen tanto sentido que, mirándolos, uno tiene la duda de si los irreales somos nosotros. 

jueves, 7 de enero de 2016

Rachel's

"Music for Egon Schiele" (1.996)


Pues ya son veinte años los que tiene este disco del peculiar quinteto de cámara norteamericano que era Rachel's. Con unos cimientos en la música clásica, este grupo introdujo en sus creaciones instrumentos eléctricos, percusiones o teclados junto a los más ortodoxos viola o cello, además de dejarse influenciar vivamente por el estilo minimalista tan en boga durante el último cuarto del siglo pasado con compositores como Michael Nyman o Philip Glass.


Como otros muchos trabajos musicales inspirados en la pintura de los que hemos hablado, "Music for Egon Schiele" es un extraordinario disco inspirado en el pintor austríaco. Una obra deliciosa e hipnótica que merece ser escuchada una y otra vez.