Yo no digo los eslabones, que se moverán por intereses exclusivamente crematísticos, pero siempre me he imaginado que cuando se produce el robo de una obra de arte, al final de esa cadena de personas y acontecimientos, siempre hay un amante de la pintura. Un cuadro con el que no se va a poder comerciar, ni mostrar y cuya utilización se va a reducir a la contemplación, privada, del mismo. Lo que nunca entenderé es qué valor añadido a dicho goce produce su exclusividad; no sólo se admira y se disfruta sino que también se sustrae a la visión de los demás. No entenderé que su belleza sea mayor porque sólo unos ojos puedan verla...
El cuadro Cabeza de mujer pintado en 1939 fue donado por Picasso en 1946, una vez finalizada la II Guerra Mundial, al pueblo griego por su resistencia frente a los nazis y se encontraba en la Galería Nacional de Atenas. Ojalá vuelva pronto.
Admiro ( y envidio) tu capacidad para atribuir un sentido romántico a sucesos tales como el que cuentas, yo no puedo evitar asignarle una motivación derivada de otros instintos menos elogiables del ser humano. Será por deformación profesional, o porque nos vamos haciendo mayores…. Muy interesante tu blog y sus contenidos. Me gusta. Espero que lo mantengas por mucho tiempo. Besos.
ResponderEliminarOky